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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Parte I: La concepción de Kuillur y Duciru

EL ORIGEN DE LA LUNA

Hace mucho tiempo atrás existía un joven llamado Killa 'Luna', que tenía por hermana a una hermosa doncella.
A decir de Killa, era un joven ya comprometido con su esposa Iluku  y que vivía en una gran choza junto con sus padres.
Aquel joven, que tenia por costumbre de levantarse y escabullirse por la oscuridad absoluta de la noche, ya que en  aquellos tiempos, no existía astro alguno. Killa, un joven muy fogoso y libidinoso que en reiteradas ocasiones acudía hasta la cama de su hermana y la poseía para sí, cometiendo incesto, hasta que un cierto día, la joven había quedado embarazada. Killa, entre susurros de la noche le prometió que nunca le abandonaría, pero la joven sin embargo seguía sin saber quién era aquel hombre misterioso que la visitaba durante las noches,  ella muy angustiada, temerosa y desesperada fue a contarle a su madre, pero ella enseguida le aconsejo a su hija que debian preparar una poción de tinte de la semilla del árbol de ituj  en una pequeña cuya 'taza' y tenerla lista junto a su cama para cuando  fuera a dormir. 
Para cuando llego la noche la joven ya tenía listo su poción de ituj y se dispuso a esperarle. Cuando llego aquel misterioso hombre, la joven unto sus manos de ituj y lo refregó en su rostro, él se enojo mucho y se marcho.
Al día siguiente la joven muy por la mañana empezó a repartir la guayusa 'bebida energizante' a toda su familia, pero su hermano Killa aun no se había levantado, ella se dirigió hasta él y le ofreció una cuya de guayusa, él acepto, pero no la miro, él tenia su cabeza inclinada hacia el piso, entonces, ella se dio cuenta que él traía su cara pintada con marcas de color gris oscuro como de su mano, en ese momento supo, que aquel hombre misterioso, que la visitaba cada noche era su propio hermano, ella molesta y sorprendida le increpó.
Killa, muy preocupado y avergonzado de sus actos incestuosos, decidió salir corriendo, dejar su hogar y  marcharse lejos de allí.
Killa, ya sin saber que hacer lanzo con su “pucuna” una gran cantidad de dardos hacia el cielo como una estela, formando una gran escalera y empezó a trepar por esta. Pero su esposa Iluko que no se resignaba a perderle, empezó a seguirle apresurada, entre el apuro y la desesperación su falda “pilluna” se le caía una y otra vez, evitando de esta manera que ella pudiera trepar con facilidad la escalera. Ella se retrasó demasiado de su esposo por lo que los dardos suspendidos empezaron a caer uno tras otro y la mujer no pudo subir.
Pero Killa, desde lo alto regreso a ver a su esposa, pero ella seguía en el suelo, pidió ayuda a los pájaros  para que le subieran, pero los pájaros no podían subirla, Killa ya estaba demasiado alto, y él tampoco podía regresar ya que las flechas se iban desprendiendo una a una.
Mientras los padres de Killa, afuera de su casa miraban con tristeza como su hijo subía más y más alto, su madre lloraba inconsolablemente diciendo; ¡hijo mió no te vayas, regresara! pero él muy avergonzado de sus actos y sin saber ya por dónde regresar se perdió en lo más alto del firmamento y en un momento dado, entre destellos y asombro se convirtió en el gran astro que hoy es la Luna 'Killa'.
En cambio, su amada esposa Iluku  entre cantos, forcejeos y aleteos entre las aves se había convertido en una hermosa ave blanca, que trinaba triste y amargamente a su amado esposo. Diciéndole: !Ilu, ku, ku , ku! a decir de la gente originaria de la Amazonia, el canto del ave dice: Ñuka kusa wa lla ´Amor mío, esposo mío'.
Es por ello, que cada noche de luna llena, podemos mirar las manchas grises oscuras de la luna, que fueron hechas con ituj por su hermana y también podemos escuchar los cantos góticos, lamentos y silvidos profundos inconfundibles del pájaro Iluku.

Por otro lado, la hermana de Killa quien tuvo actos incestuosos y que había quedado embarazada, tuvo unos mellizos que se convirtieron en semidioses y que ayudaron  a los seres humanos a sobrevivir y protegerse en la selva de las bestias salvajes...

Contado por: Ernesto Tanguila
Redacción Versión Libre: Hugo Vargas



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